Cubilar de la Espata (Villanúa), 27 y 28 de abril de 2019
Antes incluso de pensar en preparar el mochilón, que eso es otra aventura a parte, los organizadores ya habían empezado con los preparativos de este encuentro y sudado lo suyo para reconocer “el terreno de juego”. Pero ya a las puertas el panorama se presentaba más justo de lo normal y el futuro se veía incierto. Buscarle una solución no era tarea fácil e igual que si de un pacto con el diablo se tratase, la nieve vuelve y nos deja justo a tiempo todo recién “glaseado”.
Los primeros y tímidos rayos de sol de un prometedor sábado iluminan el valle del Aragón, mientras un buen grupo de nueve mayencos y amigos de la Regil más un par de compañeros de 4 patas, arrancamos lejos de toda civilización “cargados como mulas”.
Por el frondoso barranco de Bozuelo nos aproximamos en penitente, aunque bonito, paseo hasta el Refugio de la Espata, que tomamos como nuestro “dulce hogar”.
En él aligeramos equipaje y una vez las botas están calzadas , apuntamos hacia el llamativo diente: Punta Espata. Tras un mínimo porteo, ya estamos sobre las tablas y “saboreando” la nieve.
Una subida sin casi tregua, nos lleva hasta el collado Bacún y en el atacamos la vertiente meridional de Punta Espata , que con un último tramo “alpino” nos hace llegar a su cumbre.
Con esta “en el bolsillo” y día por delante, después de la primera bajadita y recolección de “esquí rebelde” , en grupo acordamos una más.
Sin dilación nos “comemos” la subidita al Bacun Norte y con este último impulso nos lanzamos hacia el cubilar de la Espata, disfrutando a pesar de pillar la nieve pasada.
Descalzados los esquís, alguien podría pensar que la jornada a llegado a su fin pero eso está muy lejos de la realidad. La tarde da mucho de sí.
Primero despliegue de exposición de material de esquí, un rato de descanso al sol y otro más activo, con paseo hasta el refugio de la Trapa y aprovisionamiento de materia prima para la chimenea.
Cuando el sol termina su jornada , la luz de la lumbre nos acompaña en la cena y posterior “sobremesa”, con la que el día parecía llegar a su fin.
Pero con la gente pensando ya en “bajar la persiana”, nos sorprende la llegada de nuestro último compañero y su fiel amigo de cuatro patas. Así que aún alargamos un poco más la divertida tertulia, antes de cada cual irse a su suite.
Pasada una noche que da para opiniones varias, antes de que el sol “bañe” por completo nuestro escenario nos ponemos en marcha, tocándonos este segundo día un poco más de porteo.
La tempranía se nota en el terreno que nos obliga a sacar cuchillas hasta ver el sol en el collado de la Espata. Desde este, vigilados por la gran Collarada y sus no menos imponentes vecinos, ascendemos las últimas rampas bien orientadas hacia un abrasador sol que nos dejan en la cima de Somola Bajo.
Habiendo disfrutado de vistas hacia algunos grandes colosos pirenaicos y con el horario acompañando, esta por venir lo mejor de la jornada.
Una nieve de primera nos hace gozar de un bajadón por las laderas de Somola y que aún apuramos un poco más por el barranco de Bozuelo hasta que las piedras nos paran los pies.
De vuelta en el Refugio y una vez recogidos todos los bártulos en los tremendos mochilones, regresamos a la fuente del Paco por bonita senda que pone fin a dos días de buena convivencia y esquí.
Aunque todavía faltaba el cierre como dios manda, refrigerio en mano y manjares en el plato.
2 comentarios
¡Tuvisteis que pasarlo de miedo! Nosotros vamos este invierno por primera vez. Deseadnos mucha suerte.
jajaja, buena suerte !!